Por su febril desempeño mediático, tal parece que el exdirector de Aduanas ¡juega al relevo!

Mientras la delfina, o corcholata presidencial, se sigue resistiendo a irrumpir con declaraciones fuertes y bien afinadas, de una vez por todas, en el escenario mediático de la entidad que aspira a gobernar, superando el pánico escénico que la tiene paralizada con tímidos asomos y frases intrascendentes, su presunto futuro coordinador de campaña, el muy avispado Horacio Duarte, se adueña sin rubor de la agenda política estatal, ante el ausentismo mediático del gobernador “de holograma” (Julio Astillero dixit) y mientras los opositores tratan de ponerse de acuerdo sobre si será melón o sandía quien abandere la moribunda ¿o renacida? coalición “Va por el Estado de México“.

Ahora, don Horacio nos obsequia una clasecita sobre la inviabilidad jurídica y práctica de los “gobiernos de coalición” en un régimen presidencialista como el nuestro, diferente a los regímenes parlamentarios, donde la correlación de fuerzas partidistas va definiendo los nombramientos y renuncias de los mandos ejecutivos del más alto nivel.

Vaticina así el candidato disfrazado de “futuro coordinador de campaña de la coordinadora de los comités de defensa de la cuarta transformación en el Estado de México“, ufff, que la iniciativa del albazo legislativo de la derecha mexiquense para instaurar aquí “gobiernos de coalición” -que recién celebraban los nostálgicos del saqueo peñista-, será anulada por la Tremenda Corte, que ayer demostró, claramente, estar al servicio incondicional de su majestad, el campeón mundial del marchismo callejero, don Andrés Manuel López Obrador, al avalar su decretazo para la militarización de la Seguridad Pública.

Que yo recuerde, fue Ana Lilia Herrera la que estuvo machacando con la famosa “coalición gubernamental“, por encima de la simple “alianza electoral” con la que los partidos hegemónicos usaban a los prostituidos minipartidos -como el mercenario Verde– para ganar la elección, pero luego les daban un patín en el trasero a la hora de formar el Gabinete. Parece que a la muy respetable diputada, los mandamases de su casi extinto partido -incluido el Señor de las Chapitas– le aplicaron la misma receta.

Ahora bien, con todo este rollo plagado de afirmaciones agresivas e insinuaciones temerarias, lo reconozco, no pretendo decir que don Horacio haga mal en apropiarse de una cancha que los demás abandonaron, ya sea por indicación unívoca, e inapelable, de un mandatario que ya pactó la rendición de la plaza a cambio de una hipotética embajada en El Vaticano, por ejemplo, o por cualquier otra circunstancia relacionada con el efecto mariposa, o porque voló la mosca.

Antes de que los mercachifles de la publicidad política se adueñen por completo del candidato o candidata, y les confecciones grandilocuentes discursos y llamativos disfraces, es bueno ver el desempeño que son capaces de desplegar por sí mismos. ¿No cree usted?