viernes, julio 26

Peña, con la bandera volteada: Por Jesús López Segura / La Versión no Oficial

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“Besar suelas”, la intención de Videgaray frente a Trump

https://youtu.be/eK0YD0J3rq8

 

 

Este 24 de febrero será recordado en la historia de nuestro país como el día en que las cosas finalmente se acomodaron en su sitio. Un país que lleva casi una docena de años de cabeza en materia de seguridad, finalmente iza una bandera al revés, en plena celebración del lábaro patrio, ante un solemne acto presidencial que no atina a discernir si a lo que asistimos es, más bien, al izamiento de un descontento cada vez más evidente de nuestras fuerzas armadas, obligadas durante larguísimo tiempo a cumplir tareas de seguridad pública para las que no están preparadas.

Normalmente se atribuye al azar, o a la “mala suerte” el que determinados acontecimientos aparentemente fortuitos se vayan ensamblando de forma que no favorezcan las intenciones de los protagonistas que les dan vida y forma. El que la bandera haya sido izada al revés por el escrupuloso Ejército mexicano, el día mismo de su aniversario, con un presidente atribulado por el rompimiento telefónico con su homólogo norteamericano, con un candidato priista alicaído y una oposición más fuerte que nunca, no parece ser un hecho meramente accidental.

Los acontecimientos se van concatenando por el impulso que le dan sus múltiples y, por lo general, anónimos protagonistas. Se trata de una suma de infinidad de fuerzas invisibles -si se les considera en lo individual- pero escandalosamente perceptibles cuando lo que se exhibe es su resultante, es decir, la sumatoria de todos los impulsos sociales y políticos que entran en acción para la ocurrencia de un determinado suceso.

De acuerdo con protocolos internacionales -apunta el columnista Salvador García Soto, de El Universal-, el izamiento al revés de una bandera puede significar “desde la rendición ante una fuerza extranjera, hasta la señal de que una plaza o un país ha sido tomado y ya no es hostil para los invasores. Otras interpretaciones hablaban de una solicitud de auxilio por amotinamiento, secuestro o, incluso en la época actual por terrorismo“.

Los actos fallidos, decía Freud, revelan intenciones inconscientes profundas largamente reprimidas. Pero el izamiento volteado de nuestra bandera podría significar también una forma de protesta sorda, pero perfectamente intencional, contra el comandante supremo por parte de sus subordinados.

En el contexto de la virtual ruptura telefónica entre los presidentes de México y Estados Unidos, un día antes de la séptima y más trascendental ronda de negociaciones del TLC, cobra un significado mucho más profundo que el de trivialidad o “simple error humano” que las televisoras hegemónicas pretenden darle al vergonzoso evento que francamente puso en ridículo al Presidente Peña, por más que haya tratado de salvar con retórica -como de costumbre- hechos concretos que la desmienten.

La verdadera celebración del día de nuestra bandera de cabeza la tendremos que reivindicar los mexicanos al margen de nuestros gobernantes, porque la ruptura de los planes secretos que Luis Videgaray haya mantenido con el yerno de Trump, sean cuales fueren, significa que la intromisión gringa en nuestro histórico proceso electoral podría haber quedado anulada, y eso es un buena noticia por donde quiera que se le vea.

Por lo demás, los lloriqueos de los analistas neoliberales como “El Padre del Análisis Coproparasitoscópico” David Páramo, ante la posibilidad de que se disuelva el TLC, estarán a la orden del día, pero los analistas serios celebraremos que el argumento principal para cancelar el tratado internacional quedará expuesto en todas sus truculentas letras: no se puede ser socio de un país que, como México, basa su competitividad en el sacrificio salarial de sus trabajadores, generando una competencia absolutamente desleal y, por añadidura, siendo incapaz de crear un mercado interno realmente atractivo para sus socios comerciales. Así de simple.

A este respecto, el columnista de La Jornada, Carlos Fernández-Vega, apunta en su “México SA” que “al gobierno peñanietista sólo le quedan dos posibilidades: o abandona dignamente el mecanismo (supuestamente) trilateral y reivindica la independencia nacional, o de plano se dedica, como política pública, a besarle las suelas al esquizoide de la Casa Blanca”.

“¿Se puede negociar algo medianamente aceptable con Trump? No hay forma, por lo que cuando menos debe cerrar el sexenio con un toque de dignidad frente al energúmeno de la Casa Blanca. El problema es que si Luis Videgaray es quien lleva la batuta, entonces esa última opción (la de besar suelas) parece ser la elegida por el gobierno de EPN“.

 

Carlos Fernández-Vega. México SA. Trump, esquizoide
La Jornada.- http://www.jornada.unam.mx/2018/02/26/opinion/023o1eco

El rompimiento secreto entre México y Estados Unidos
Carlos Loret de Mola / Historias de Reportero

El Universal.- http://www.eluniversal.com.mx/columna/carlos-loret-de-mola/nacion/el-rompimiento-secreto-entre-mexico-y-estados-unidos

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