“El narcoayuntamiento” de Matamoros bajo la lupa de EE.UU., revela Salvador García Soto

Arranca la cacería prometida en la frontera: Se la cierran en la cara a narcopolíticos mexicanos
Por Jesús López Segura
No fue una “inspección de rutina”, ni un malentendido diplomático, lo que vivió el alcalde morenista de Matamoros, José Alberto Granados Favila, el pasado jueves santo, fue una humillación de proporciones binacionales, orquestada por las agencias más pesadas del gobierno de Estados Unidos. Catorce horas de interrogatorio, destrucción de visas en su cara, y un mensaje claro: “usted y su ayuntamiento están en nuestra lista negra. Literalmente. Terroristas. Criminales”. Tal es lo que se puede concluir de la columna del agudo analista político Salvador García Soto (El Universal).
Que lo haya parado el CBP (Customs and Border Protection) en el puente de Brownsville ya era indicio de que no se trataba de una casualidad, sino de una cita con su destino. Pero que lo recibieran no uno, ni dos, sino ocho agentes de Homeland Security, la DEA y el FBI, confirma que la diplomacia se fue a dormir y dejó que el brazo de la justicia estadounidense aplicara su nuevo modelo de relaciones exteriores: “visazo en lugar de apapacho”, como lo refiere García Soto.
Y es que cuando el gobierno de EE. UU. te califica como parte de una “organización criminal y terrorista”, no se trata de semántica diplomática: es una acusación frontal al Estado mexicano, o al menos a esa célula de gobierno local que responde al nombre de Ayuntamiento de Matamoros. Morena, por supuesto, pone cara de “yo no fui”, mientras el alcalde llamaba desesperado a los Villarreal —padre e hijo— como si en lugar de aliados políticos fueran operadores de crisis.
El vínculo con “La Fresa”, narco reincidente capturado con cocaína hasta en las pestañas, no ayuda en nada. Pero más allá del caso específico, la señal desde Washington es nítida: la lista negra está activa y la purga de visados ha comenzado. Si alguna vez viajar a Estados Unidos era un símbolo de estatus para la clase política mexicana, hoy es una ruleta rusa para los que tienen cola que les pisen. Ciento catorce horas después, 14 funcionarios de Matamoros ya saben lo que se siente estar en la mira sin siquiera haber pisado suelo gringo.
Mientras la presidenta Sheinbaum lanza dardos contra los “vendepatrias” que colaboran con agencias extranjeras, el verdadero problema es que desde hace rato el narco dejó de ser el otro y ahora gobierna desde las sillas del poder municipal. Que se lo digan a los 13 colaboradores del edil, cuyos visados fueron cortados como papel de baño en los escritorios de la DEA.
Y para que no quedaran dudas, mientras los funcionarios eran interrogados, en las pantallas del CBP se repetía una y otra vez el spot de Kristi Noem, secretaria de Seguridad del trumpismo recargado, advirtiendo con tono de película distópica: “Los cazaremos. Los criminales no son bienvenidos.” Ya ni falta hacía. Los tenían ahí, sentaditos, viendo su propio funeral diplomático en HD.
La moraleja es clara y cortante: en Washington ya no se andan con rodeos. Si antes cerraban los ojos ante los narcopolíticos, hoy simplemente les cierran la frontera en la cara. ¿Y en México? Se organizan reuniones de alto nivel para pedir, con tono suplicante, que por favor les devuelvan la visa… aunque sea en pedacitos.