martes, julio 8

Reforma al Estatuto de la UAEMéx consolida un insólito ¡modelo Montessori en educación superior!

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Lo anticipamos: grupos externos empoderan a los estudiantes para usarlos como instrumentos de su ambición

Por Jesús López Segura

Toluca, Méx., 4 de julio de 2025. — Con el entusiasmo típico de las causas aparentemente progresistas, el “Enjambre Estudiantil” y sus medios de prensa afines han celebrado como una “victoria histórica” la decisión del H. Consejo Universitario de la UAEMéx de empoderar al sector estudiantil -con el argumento, típico del morenismo avasallador, de que son mayoría-, por encima de académicos y trabajadores en el proceso de elección de la Rectora o Rector.

Encabezada por el Encargado de la Oficina de la Rectoría, Isidro Rogel Fajardo, la sesión extraordinaria del Consejo aprobó modificaciones sustanciales a los artículos 100 al 105 del Estatuto, entre ellos el 104 Bis, que redefine la ponderación del voto en la elección del titular de la Rectoría. A partir de ahora, el sector estudiantil contará con dos votos -¿guiados por acordeones?- frente a uno del personal académico y uno del administrativo.

Es decir, el estudiantado —un grupo por naturaleza transitorio, y por ende más susceptible a la cooptación por parte de grupos de interés externos— tendrá el doble de peso que los académicos responsables de la formación y la investigación. Un desequilibrio institucional que no fortalece la democracia universitaria ni sus tareas sustantivas, sino que facilita la manipulación política (al estilo de la controvertida Reforma Judicial) en un contexto donde las alianzas partidistas ya han infiltrado numerosos espacios de la vida universitaria.

Derogar el artículo 43 del Estatuto Universitario parece una buena idea, porque no se deben criminalizar los movimientos estudiantiles, siempre que no se erija como una patente de corso para que hordas porriles manejadas por políticos sin escrúpulos hagan enteramente de las suyas en el campus. Detrás de los vítores, lo que se oculta es una reforma que podría marcar un retroceso preocupante en la autonomía universitaria y la excelencia académica.

La reforma también introduce un nuevo “Comité Electoral” por espacio universitario, dominado —cómo no— por representantes estudiantiles, a razón de dos por cada representante académico o administrativo. Es difícil no leer aquí un intento por consolidar el control de ciertos grupos activistas, más interesados en las cuotas de poder que en la calidad de los procesos o el mérito académico.

En resumen, lo que se ha vendido como una “reforma democrática” parece más bien una concesión a los grupos que han hecho de la grilla estudiantil su trampolín político. La marginación del cuerpo académico en decisiones tan cruciales como la elección de la Rectoría, lejos de fortalecer a la UAEMéx, podría debilitar su vocación como institución de educación superior seria, plural y autónoma. Porque cuando se reemplaza el criterio académico por el cálculo político, en términos de vulgar mayoriteo, lo que se erosiona no es solo la calidad, sino la razón misma de ser de una universidad pública.

Profesores y trabajadores universitarios -que pronto podrían verse en la necesidad de construir su propio enjambre en defensa de la Universidad ahora Disautónoma del Estado de México– se verán dominados, con este acuerdo, por alumnos que deberían tener una disposición plena para el aprendizaje frente a sus buenos mentores, pero con la necesaria y natural rebeldía ante los abusos de los malos maestros y de autoridades que, como en el caso de la Estafa Maestra, convirtieron la autonomía en un chiquero.

¿Dónde estaban entonces los enjambres estudiantiles que paralizan ahora la universidad por abstracciones “democráticas“?

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