AMLO deja ir a Olga Sánchez, ¿cansada ya de jugar el papel de florero? Por Jesús López
Monreal podría aprovechar las cualidades políticas de la ex secretaria para reforzar su aspiración presidencial
LA VERSIÓN NO OFICIAL
Se equivocan, en mi modesta opinión, quienes plantean que el Presidente López Obrador “envió” a Olga Sánchez “Florero” al Senado para acotar el poder de Ricardo Monreal, aspirante presidencial fuera del círculo obradorista. Es evidente que ella deseaba ir al Senado de tiempo atrás, cansada de que la usaran en una Secretaría absolutamente disminuida. No le aceptaron la renuncia hasta ahora que Monreal se le puso al brinco al Presidente, incumpliendo tareas y rebelándose ante la lista oficiosa de precandidatos presidenciales, con la esperanza, posiblemente fallida, de ponerle un cerco al monrealismo.
La integridad incuestionable y finas maneras de esta distinguida dama, que coinciden con el estilo diplomático de don Ricardo, hacen imposible creer que pueda prestarse al deshonroso papel “de espía del Ejecutivo en el Poder Legislativo“. Más bien el resultado de la descuidada operación gestada ayer podría ser que terminen aliándose en la tarea de promover agendas como la despenalización del aborto y de las drogas, la desmilitarización de la Guardia Nacional y otras en las que claramente discrepan, ambos, con el Presidente.
La recuperación de la dignidad senatorial como un poder autónomo respecto del Ejecutivo -de hecho, como un contrapeso real- que en el discurso promueve el propio Presidente, podría darle al zacatecano la fuerza que requiere para ir por la libre en su aspiración presidencial, fuera de Morena y del obradorismo. Olga Sánchez dejará de cumplir el incómodo papel de florero para sumarse a una causa mucho más congruente con sus convicciones feministas y alejada del conservadurismo andresino en esos y algunos otros temas delicados.
“La ruta de Ricardo Monreal parece encaminarse a sobrellevar el cumplimiento de sus responsabilidades institucionales, en espera del momento en que sea inevitable una ruptura explícita o silenciosa, a partir de la cual el ex gobernador de Zacatecas hará más evidente el tejido de relaciones e intereses que podrían sustentar su eventual postulación presidencial, fuera de Morena y el obradorismo”, comenta el Astillero de hoy en La Jornada.
Exactamente el mismo diagnóstico que presenté ayer, pero en mi caso antes de saber que Sánchez Cordero dejaría Bucareli para irse a hacerle sombra (según la mayoría de analistas, incluido el propio Julio Hernández López) o impulsar a Ricardo Monreal, según mi propia hipótesis.
López Obrador reconoció que doña Olga solicitó desde un principio que la 4té le cumpliera su sueño de ser senadora de la República, pero el Presidente “le sugirió” (o más bien la impuso en) Gobernación “para dejar el mensaje de la primera mujer en esa importante cartera”. El problema es que, en efecto, Sánchez Cordero fue la primera mujer en ocupar el tradicionalmente segundo cargo en importancia del país, solo que disminuido en un 90%, tanto en presupuesto, como en funciones reales.
4 veces le presentó la ahora ex secretaria al presidente su renuncia, con el mismo resultado de que no se la aceptara. Se hubiera visto mal que el Club de Tobi del gabinete de Seguridad se saliera con la suya, de ahí que el mandatario siempre trató de protegerla del bullying que los machones le aplicaban cada vez que quería participar, como ella misma confesó ¡en entrevistas televisivas!
Ahora que la viuda de Colosio, Alfonso Dur-az(n)o, se fue de gobernador a Sonora (y Gomorra) dejando su puesto a otra distinguida dama, el Gabinete de Tobi, que se reúne a diario en la madrugada, tiene otra víctima a quien bulear.
El que don Andrés se jale a su paisano y amigo al puesto en el que paulatinamente le irá soltando la rienda con la que inmovilizó a Olguita, habla de forma elocuente de un hecho que todo el mundo ve pero pocos se atreven a enunciar, ya sea por lealtad u odio ciegos: López Obrador ejerce el cargo de Presidente en forma beligerante y nada diplomática, con rudas y hasta belicosas maneras, hasta contra los periodistas, y está convencido de que solo existe una de dos, o se está con él, o en su contra.
Por eso especulé antier que el discurso del otro día en el sentido de que hay políticos de izquierda que “quieren quedar bien con todo el mundo”, se lo dedicó a los impresentables caciques del morenismo mexiquense que arroparon a Delfina en su lucha por la gubernatura “en la que terminó atracada”, según palabras del propio Presidente, repetidas de vez en vez.
Ayer rectifiqué. Pensé que se lo dedicó más bien a Monreal, pero ahora bien podría reconsiderar que la destinataria de ese reproche a los “políticos pretendidamente de izquierda que quieren quedar bien con todos y no se sabe a quién representan”, podría haber sido inspirado en doña Olga -tan cariñosa y afectiva con toda clase de bichos del neoliberalismo salvaje, como Carlos Marín, por ejemplo. Y es que don Andrés está rodeado de oportunistas que le fingen lealtad pero, en los hechos, demeritan los nobles objetivos de la 4té.
La ex secretaria de Gobernación era un bálsamo de paz en medio de la guerra discursiva del mandatario contra sus adversarios políticos, los “conservadores neoliberales que arruinaron al país”.
Olguita apapachaba a Alfredo Del Mazo, por ejemplo, hasta con melosa ternura habida cuenta de que según el Presidente, don Alfredo “le robó la elección a Delfina Gómez” y es nada menos que primo del -otra vez según su propio jefe- el mayor corrupto de la historia del neoliberalismo mexicano.
¿Qué va a pasar ahora con don Adán Augusto López? ¿Será un mediador apagafuegos o le saldrá lo López y se sumará a la elocuente diatriba?
¿Quién va a calmar los ánimos que caldea a diario don Andrés con sus reproches a los bandidos del pasado, a sus intelectuales orgánicos y periodista mercenarios?
El Poder Legislativo podría ejercer la política nacional conciliadora que se requiere en el esfuerzo titánico de una cuarta transformación que pase, por fin, de la guerra verbal, al consenso y el cese de la polarización, en beneficio no solo de los más pobres, sino de todos los mexicanos, incluidas las vilipendiadas clases medias.
No dudo ni por un instante que ése precisamente sea el deseo sincero de un buen hombre como don Andrés Manuel López Obrador. Pero la sumisión de quienes le rodean, su incapacidad o miedo para ubicarlo, para señalarle sus errores, lo están llevando a la equivocación de pensar que esos nobles objetivos sólo los pueden instrumentar él y sus íntimos muy cercanos. Eso lleva al aislamiento y puede derivar en el autoritarismo.
Urge que del propio Morena surja una bien intencionada oposición que arrebate a los caciques de la “izquierda” traicionera y a los nostálgicos de la corrupción, el saqueo y el genocidio, el dignísimo papel de ser opositores leales a los principios, más que a las personas. ¿No cree usted?
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