sábado, julio 27

La autonomía universitaria ¿violada por los encargados de custodiarla? Por Jesús López

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Sheinbaum llama “hipócritas a conservadores que han salido a defender a la UNAM”

LA VERSIÓN NO OFICIAL

La Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo, calificó como “hipócritas a los conservadores que han salido en defensa de la Universidad Nacional Autónoma de México” (UNAM), ante las declaraciones del Presidente Andrés Manuel López Obrador, “cuando en el pasado estuvieron en contra de la universidad pública y gratuita”.

La Jefa de Gobierno parece confirmar su papel de “caja de resonancia” del mandatario federal explicando que, en el periodo neoliberal, estos grupos quisieron privatizar y “elitizar” (para no decir hamburguezar o hotdoguizar) a la máxima casa de estudios, “elevar las cuotas, hacer el examen de admisión más estricto y eliminar el pase directo. Pero los movimientos estudiantiles y magisteriales lo impidieron”.

Agregó que aunque la UNAM tiene autonomía, es importante discutir la distribución del presupuesto y el crecimiento de la burocracia universitaria: Las universidades públicas se deben a la Nación, se deben a sus estados, y en ese sentido es importante que haya este debate, esta información pública.

Es muy riesgosa la polémica desatada por el Presidente López Obrador, quien debería abandonarla cuanto antes, aunque indudablemente tiene razón cuando plantea que un puñado de burócratas y académicos -como José Narro y muchos otros- han distorsionando y traicionado el espíritu universitario con el claro propósito de usar a la UNAM como trampolín político.

Pero quienes hemos participado en movimientos estudiantiles como el del 68, sabemos perfectamente que los ataques a la universidad -aunque no sean auspiciados por los grupos de la ultraderecha o por mandatarios autoritarios como Gustavo Díaz Ordaz– generalmente abonan para las causas más nefastas de los enemigos de la inteligencia.

La delicada y exquisita labor de crear ambientes adecuados para el aprendizaje de los jóvenes, en la cúspide de sus largas carreras educativas, puede ser atropellada por la intervención de burócratas -dentro y fuera de las universidades- que solo piensan en el acceso a y la permanencia en el poder. La autonomía es la única e inalienable forma de evitar esa desgracia para las artes, las ciencias y las humanidades.

Las memorables administraciones de personaje que hablaron por nuestra raza en su papel de auténticos guardianes del espíritu universitario, como Javier Barros Sierra y Pablo González Casanova, nos dejan con su ejemplo el mensaje irrevocable de que la autonomía debe estar por encima de cualquier tentación, aunque ésta provenga de una comprensible indignación por los abusos de burócratas que la violaron, cuando su deber patriótico era custodiarla a costa de lo que fuere.

La autonomía universitaria es un concepto tan abstracto como el amor o la democracia, pero nadie duda de su existencia real y de la necesidad de hacerla valer en la praxis, porque en un mundo en donde predomina la estupidez, y los gobiernos, tanto de la revolución como de la 4té, han sido incapaces hasta ahora de ponerle un coto definitivo a la vulgarización de nuestra cultura en manos de los voraces, insaciables concesionarios de radio y televisión, las universidades -con todo y sus estafas maestras- constituyen una suerte de oasis para al inteligencia que puede desaparecer por completo si se pierde esa autonomía, es decir, si el Estado mete las manos (por muy bien intencionadas que sean) en su proceso de administración interna.

Los políticos a lo suyo. A la lucha por el poder. Los universitarios, a la administración de los recursos para la preservación de la ciencia y las humanidades, sin la intervención de quienes tienen en la vida propósitos harto distintos, muy loables en casos como los del presidente López Obrador, deleznables en otros, como el del maestro de la estafa, Enrique Peña Nieto, por cierto, titulado a base del plagio.

El hecho de que la autonomía haya sido prostituida (como la democracia y el amor) por algunos de los encargados de protegerla -como es el caso de Narro-, no significa que el concepto por el que hemos luchado en varias generaciones, deba ser abandonado. El camino al infierno suele estar tapizado de buenas intenciones.

A este respecto, conviene echar una mirada a lo escrito por un gladiador universitario indignado ante los dichos reiterativos de un indudablemente bien intencionado líder de la 4té:

Con la UNAM no, Presidente: Alfonso Zárate

La UNAM, como toda institución, tiene errores y debe revisarse permanentemente, pero nunca someterse al poder

“Es bien cierto que hasta hoy [el rector se refiere a los ataques a la UNAM y a su persona] proceden de gentes menores, sin autoridad moral; pero en México todos sabemos a qué dictados obedecen”, dijo el rector Javier Barros Sierra, en el texto de su renuncia ante la Junta de Gobierno de la UNAM.

Hay una lección de la democracia que no se debe olvidar. Los autócratas que usan su poder para vapulear e intimidar a quienes tienen pensamiento propio, deben enfrentar respuestas puntuales, porque ante el silencio y la cobardía se engolosinan y escalan sus ataques.

Y como lo hemos visto desde el inicio de este gobierno, mientras la directora del Conacyt, María Elena Álvarez-Buylla, desata una persecución contra científicos y académicos y postula una “ciencia proletaria”, el presidente no tolera las autonomías, censura y desacredita a los medios y a los periodistas críticos, busca acallar y asfixiar a los organismos de la sociedad civil que exhiben las desviaciones del poder, y ve conspiraciones detrás de las denuncias sobre el desabasto de medicinas de los padres de niños con cáncer. Y frente a todos estos intentos de silenciar la disonancia, el huésped del palacio virreinal no ha recibido las respuestas que merece porque se impone el miedo.

Un alumno mediocre, que se tardó 15 años para titularse y que terminó con un promedio de 7.7, denuncia a la UNAM cuya razón de ser es constituir un espacio para la cultura, la investigación científica, el debate y la diversidad de pensamientos; le reclama que no se comporte como una escuela de formación de cuadros. La UNAM, como toda institución, tiene errores y debe revisarse permanentemente, pero nunca someterse al poder público y, menos, convertirse en una maquinaria para adoctrinar en un pensamiento único, “la verdad revelada”.

Son muchos los funcionarios de alto nivel en el gobierno egresados de la Universidad Nacional. No solo eso, dentro de su equipo está el ex rector Juan Ramón de la Fuente, representante de México ante la Organización de las Naciones Unidas y cuya reacción timorata ante los agravios a la Universidad Nacional, es indigna de un universitario.

¿Qué siente el presidente por la inteligencia?, ¿miedo, envidia o desprecio? Esa fobia por la imaginación, la preparación y la trayectoria profesional, explica su creencia de que los ingenieros civiles son prescindibles, que basta con la intuición de la gente común para construir carreteras, casas o escuelas, y explica también ese afán malsano de eliminar las evaluaciones y aprobar a todos los que transiten por una institución educativa —como lo hacen en las Universidades para el Bienestar “Benito Juárez”, las escuelas patito del régimen—. También explica la designación en puestos claves de quienes, aunque carecen de la preparación exigible, le profesan una lealtad ciega.

Son muchas las personas y las instituciones sometidas a la censura y al sarcasmo del presidente. Pero todo tiene un límite, y yo le diría, como tantos otros universitarios: ¡con la UNAM no, presidente!

Otro columnista que interviene en el debate es Salvador García Soto:

NOTAS INDISCRETAS…

“Ayer el presidente López Obrador finalmente abrió sus cartas en su campaña en contra de la UNAM y reconoció públicamente lo que en esta columna le informamos el pasado lunes: que sí hay la intención de proponer y promover una “reforma” al modelo universitario de la máxima casa de estudios. Toda la andanada presidencial y de sus incondicionales como la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, que ayer llamó “hipócritas” a los que defienden a la UNAM del autoritarismo presidencial, van a empezar a cobrar sentido cuando empiecen a delinear su proyecto “reformista” que lo único que busca es alinear a la universidad nacional y al resto de las universidades públicas al proyecto político e ideológico de la 4T. El tan temido modelo de “pensamiento único” del que advierten ya expertos, académicos y analistas, es lo que viene en camino en los próximos meses y ya se está gestando el experimento en la Universidad Autónoma de Zacatecas con el subsecretario Luciano Concheiro a la cabeza. El plazo para el embate final de lo que ya confiesa abiertamente López Obrador, es el 2023 cuando se tendrá que renovar la rectoría de la UNAM. Veremos qué tanto resiste la comunidad universitaria y si el Consejo Universitario que integran 15 notables, se planta frente al intento autoritario del lopezobradorismo…”

CON INFORMACIÓN DE:

SinEmbargo.- https://www.sinembargo.mx/28-10-2021/4048104

El Universal.- https://www.eluniversal.com.mx/opinion/alfonso-zarate/con-la-unam-no-presidente

El Universal.- https://www.eluniversal.com.mx/opinion/salvador-garcia-soto/lozoya-podria-ser-acusado-pero-no-detenido

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