jueves, marzo 28

“La calor y la temporada de zopilotes”. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

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Periodistas se ven obligados a tomar las calles cuando en sus propios medios los amordazan

México sigue siendo el país más peligroso para ejercer el oficio de periodista. Y lo que es peor: casi la mitad de las agresiones contra los comunicadores provienen de la burocracia corrupta -coludida con, o más bien parte integral del crimen organizado- que priva en el país, como una herencia maldita del neoliberalismo salvaje.

Ése es un hecho que la 4té no solamente ha sido incapaz de contener -ya no digamos que revertir-, sino que se nutre y alienta desde la cúpula misma del poder presidencial. Desde el discurso reiterativo, pertinazmente agresivo del mandatario que se presenta como -y se cree sinceramente- salvador de la patria.

Ahora resulta que reclamar que una periodista que pidió públicamente auxilio al gobierno federal -al verse avasallada laboralmente por Jaime Bonilla en Baja California-, dejando testimonio explícito de que temía por su vida, y finalmente fue baleada a las puertas de su casa, significa un manejo perverso de cierta prensa zopilotera“.

El que se crea inmaculado y baluarte pluscuamperfecto de la izquierda radical siempre verá cualquier crítica como un ataque de la derecha rancia. El que se piense a sí mismo como un héroe nacional de la talla de los Juárez y Madero, verá a todo aquél que se atreva a diferir un milímetro, como un reaccionario digno de fusilamiento (mediático, hasta ahora).

Jesús Ramírez incumplió la orden presidencial de apoyar a una periodista en apuros y la mejor prueba de su negligencia criminal es que la mataron. Llamar zopilotes perversos a quienes nos indignamos por ese burocratismo inepto del vocero, es un insulto. Pero don Andrés se da el lujo de repetir a diario el estribillo de “no somos iguales” sin reparar que con esos hechos lamentables que él pretende encubrir con improperios a la prensa libre, se termina por confirmar esa afirmación. ¡No son iguales, son peores!

El periodista mexicano vive una crítica encrucijada. Los neoliberales los colmaban de atenciones y privilegios, sueldazos y chayos que los morenistas bloquearon, aunque no desaparecieron por completo, sobre todo para sus amigos de medios “comprometidos con su causa”.

Ahora, el periodista crítico tiene que sobrevivir al desprecio de los neoliberales que pujan por regresar al poder y la indiferencia de la 4té que solo apoya a sus “camaradas de lucha”. Tiene que sobrevivir literalmente a las agresiones de los criminales movidos desde la burocracia política y a la explotación de los dueños de los medios que tratan de congraciarse con los nuevos dirigentes de esa burocracia asesina.

Por eso los periodistas mexicanos salieron ayer a tomar las calles, impedidos de manifestarse en los medios donde trabajan. Salieron e protestar ante la indiferencia criminal de los burócratas que los matan, si no de hambre, literalmente a balazos.

La pandemia, la crisis económica, y para colmo “la calor”. Vaya suerte de un oficio digno de un mejor destino.

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