viernes, julio 26

El feminismo inundó el zócalo capitalino. 75 mil mujeres en pie de lucha por su reivindicación

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AMLO la emprende ahora contra Azucena Uresti: “Está contra nosotros, igual que López Dóriga, Loret…”

LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

La inmensa mayoría de las 75 mil mujeres que abarrotaron el zócalo capitalino se manifestó en forma pacífica, civilizada, fraterna con las mujeres policías. Solo unas cuantas que podrían haber sido fácilmente neutralizadas -e identificables por sus capuchas- reaccionaron con relativa “violencia” ante la provocación del gobierno de rodear el Palacio Nacional con vallas metálicas infranqueables, de la talla del muro soñado por Donald Trump, o el muro de Berlín, con miembros de la Marina Armada detrás, como segundo frente de contención, como si se fuera a repeler una invasión rusa.

El Presidente López Obrador parece tenerle pánico a las mujeres. Relata entre risitas forzadas que las portadoras de martillos se lanzaron contra las vallas de Palacio y Catedral, pero ignoraron el recinto del Gobierno capitalino, totalmente desprotegido. La vocera del vocero también ríe, burlándose de lo que en su paranoica imaginación constituye un “comportamiento irracional” de las manifestantes.

La lógica del martillo consiste en prepararse con los instrumentos a la mano en el hogar para confrontar las anunciadas vallas metálicas: traigo un martillo para golpear tu valla. Y traigo un pañuelo para evitar que me intoxiques los pulmones con tus extinguidores. Pero ahí donde no desplegaste tus monstruosas cercas, no hago nada, porque no me interesa agredir. Solo quiero que me escuches.

Martí Batres llegó al ridículo extremo de ver cohetones donde solo había luces de colores.

Alguien tendría que explicarle a don Andrés que Azucena Uresti no es enemiga de la 4té, salvo que la cacareada cuarta transformación sea enemiga de las mujeres. Si tal es el caso, como parece ser luego de 3 y medio años de desprecio absoluto a las causas feministas, entonces me sumo gustoso al movimiento de esas maravillosas mujeres mexicanas que marcharon ayer.

Muy lejos de plantear un proyecto definitivo para acabar, de una vez por todas, con los 10 feminicidios diarios que ocurren en promedio en nuestro país, para vergüenza de México, el mandatario que se compara a sí mismo con Madero y Juárez se entretiene usando su poder y los inmensos recursos de su posición, para criticar a una comunicadora valiente y comprometida con la verdad.

¿Será que solo quiere mujeres sumisas y obedientes, como sugiere Salvador García Soto en su durísima columna de hoy en El Universal?

Cuestionado sobre las blandengues medidas para evitar tragedias en los estadios de futbol como la ocurrida el sábado en Querétaro, López Obrador se mostró en extremo complaciente con los dueños de los equipos, y confió en que “resolverán el problema”.

¿Si algo así hubiera pasado en un partido de baseball reaccionaría de la misma manera?

La sociedad mexicana ya se acostumbró plenamente a la muerte masiva. A los asesinatos dolosos por cuenta de despiadados criminales a los que el gobierno les prodiga abrazos; a los decesos por enfermedades curables en un sistema de salud que apesta, cada vez más lejos del de los países nórdicos; a que el IMSS te obligue a tramitar personalmente tu incapacidad en la Ciudad de México, aunque estés moribundo en un hospital donde te accidentaste en otra ciudad.

Ya estamos muy acostumbrados también a que los misóginos asesinos maten a nuestras mujeres no porque las quieran asaltar o secuestrar. No, las matan por el simple hecho de ser mujer. Porque se trata de cobardes acomplejados que no soportan que una mujer reclame igualdad de oportunidades ante el macho. Les enfurece tanto su dignidad e independencia que están dispuestos a masacrarlas.

Cualquiera que se muestre complaciente o incluso indiferente ante semejante tragedia, es un cómplice, consciente o inconsciente, lo que para el caso es lo mismo.

Don Andrés, con todo respeto, debe reflexionar en lo profundo sobre la postura que ha adoptado frente a la desgracia que viven en México las mujeres. Reunirse con un puñado de damas empoderadas por él, que lo aclaman y le rinden meloso culto, mientras desprecia a 75 mil mujeres que claman por ser escuchadas, demerita por completo su pretensión de ser líder de una transformación nacional progresista, como presume en sus incansables discursos.

La expresidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla Miranda, advirtió en entrevista con El Universal, que el progreso en el empoderamiento político, social y económico de las mujeres está en peligro porque “la misoginia está agarrando fuerza” con gobiernos “de muchos países” dirigidos por hombres que impulsan un mensaje “machista”, y menciona el caso específico de Daaniel Ortega en Nicaragua.
( https://www.eluniversal.com.mx/mundo/la-misoginia-esta-agarrando-fuerza ).

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