Desdeña por completo López Obrador a las clases medias en su Informe. La Versión no Oficial. Por Jesús López Segura
Devolver tiempos oficiales a concesionarios de radio y TV, en plena pandemia, crimen de lesa humanidad
El informe trimestral de ayer fue una reiteración de los programas que viene aplicando el Gobierno de la 4T, con muy escasas medidas adicionales emergentes por la gravísima crisis del coronavirus que ha provocado que se estime un decrecimiento económico de hasta el -8%; la pérdida de empleos que podría rondar en 4 millones, promedio; la devaluación de la moneda superando los 25 pesos por dólar; el precio del barril de petróleo inferior a los 15 dólares; fuga de capitales por unos 75 mil millones de dólares; caída drástica de las remesas de indocumentados; cierre de millones de PyMES, entre otras catástrofes económicas.
Las PyMES son la columna vertebral de la economía mexicana. Las micro, pequeñas y medianas empresas generan 72% del empleo y 52% del Producto Interno Bruto (PIB) del país. En México hay más de 4.1 millones de microempresas que aportan 41.8% del empleo total, con una participación en el mercado equivalente al 97.3 por ciento.
Se trató de un Informe trimestral rutinario que el Presidente celebra porque ya no hay ases bajo la manga. Todo se apega estrictamente a su plan de desarrollo. No hay sorpresas. “Por eso ya sabían de antemano de qué se trataba”, comenta en su mañanera del día después. No hubo medidas contracíclicas que esperaban los grandes empresarios en términos de los rescates que les obsequiaban los regímenes neoliberales corruptos. ¡Y qué bueno!, pero tampoco hay medidas para proteger a la clase media que angustiada esperaba un mensaje específico para su sector por parte del Presidente, el anuncio de algún apoyo de cualquier tipo que nunca llegó.
Si acaso la novedad fue el castigo adicional a los burócratas del Gobierno Federal, de subdirectores para arriba, que no gozarán de aguinaldo y se les disminuirá más el sueldo, lo que constituye no solamente una agresión anticonstitucional para esos trabajadores, sino la más eficiente forma de abaratar los puestos de la alta burocracia y, con ello, la calidad profesional de los servidores públicos. Piensa AMLO obtener con ese nuevo sacrificio de su equipo de trabajo unos 3 mil millones de pesos adicionales que servirán para dárselos, en forma de transferencia directa de efectivo, a los más pobres, quienes constituyen la única preocupación de su Gobierno.
Se trata de depauperar a las clases medias sin tocar los intereses de unas cuantas familias de megamillonarios que en el país controlan el 50% del PIB. Da la impresión de que López Obrador siente un especial desprecio por las clases medias a las que engloba en la categoría genérica y despectiva de “conservadores”.
Entre las muy escasas novedades del rutinario Informe (“más de lo mismo” exclaman a coro los analistas de la prensa), López Obrador reiteró lo que ya había anunciado días antes: devolver a los concesionarios de Radio y Televisión los tiempos oficiales de transmisión que su gobierno debería estar explotando al máximo para difundir mensajes masivos de orientación ante la pandemia.
Haber escogido precisamente estos momentos de emergencia mundial para esta regresión reaccionaria, complaciendo a los voraces concesionarios golpistas que se oponen sistemáticamente a la 4T, constituye potencialmente un crimen de lesa humanidad, porque muchísima gente en los poblados apartados donde no llega la señal de internet, pero si la radio y TV, están desamparados no solo desde el punto de vista de acceso a la salud, sino también de la más elemental información que podría, eventualmente, salvar su vida.
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