jueves, noviembre 21

AMLO: Serán 5 los precandidatos de Morena que se medirán en la encuesta para la Presidencia

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La Reforma Electoral, ¿celada para poder acusar a opositores de “traición a la democracia”?

LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

Cuestionado sobre el aparente destape de Adán Augusto López, cuando ayer les preguntó a los diputados que lo visitaron en Palacio Nacional si era o no un buen secretario de Gobernación, el Presidente López Obrador explicó que cuando hizo esa pequeña encuesta se refería precisamente a eso, a si era o no un buen secretario y no a si sería un buen Presidente. Me ayuda mucho, es un espléndido secretario de Gobernación, igual que Claudia (Sheinbaum) es una magnífica Jefa de Gobierno y Marcelo (Ebrard) un estupendo canciller…

Luego de esa aclaración, el mandatario disertó sobre lo que significó el fenómeno del “tapado“, inventado por Porfirio Díaz. Explicó que luego del destape venía la cargada, citando el ejemplo de “Don” Fidel Velázquez. Y finalmente hizo la aclaración que constituye la nota del día.

Queda claro que López Obrador no va por el “dedazo” clásico, a la vieja usanza, y que no tiene ningún “tapado“. Amlo va por el “manazo”, es decir, no solo será el dedo índice, sino los cinco dedos de la mano los que señalarán a los cinco aspirantes preferidos que podrán participar en la encuesta que defina finalmente al candidato, porque será el pueblo y solamente el pueblo el que decida. Sí, pero sobre una base de cinco preseleccionados.

El plan de AMLO para la continuidad de su proyecto de transformación nacional se delinea cada vez con más claridad. Al ver los detalles de su iniciativa de Reforma Electoral, por ejemplo, puede apreciarse que se trata de un espléndido decálogo para eficientar (no “abaratar” como expresó desafortunadamente Horacio Duarte) nuestra incipiente y hay que decirlo, prostituida democracia, eliminando las cargas parasitarias de la fastuosa “ciudadanización” (en realidad partidización) del árbitro electoral y de la partidocracia despilfarradora, aunque planteada en términos demasiado radicales, como reconoce valientemente el líder de los diputados morenistas del Congreso mexiquense, Maurilio Hernández.

1.- Elección de Consejeros y de Magistrados Electorales mediante voto popular, el primer domingo del mes de agosto y siendo los candidatos postulados por los Poderes de la Unión.

2.- Desaparición de los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLES) y Tribunales Electorales Locales y federalización de las elecciones.

3.- Eliminación de las diputaciones plurinominales y reducción del número de legisladores federales y locales, pasando la Cámara de Diputados a 300 diputaciones y la Cámara de Senadores a 96 Senadurías.

4.- Cambio de modelo de elección de diputados, senadores y ayuntamientos para que éstos sean elegidos mediante el sistema de representación pura, en donde el porcentaje de votos que obtenga un partido político será el porcentaje de legisladores o miembros de ayuntamientos que tendrá.

5.- Reducción de los integrantes de los Ayuntamientos en los Municipios, estableciendo un límite de hasta 9 regidurías de forma proporcional a la población de cada municipio.

6.- Eliminación del financiamiento público ordinario de partidos políticos nacionales y locales y conservación del financiamiento público para campañas electorales.

7.- Reconocimiento de la posibilidad de implementar el voto electrónico.

8.- Reducción de los tiempos en Radio y Televisión en materia electoral, suprimiendo los tiempos fiscales y reducción al 33% de participación ciudadana para que la Revocación de Mandato sea vinculante.

9.- Modificación a las excepciones constitucionales para difundir propaganda gubernamental, ampliando las excepciones para que se pueda difundir propaganda gubernamental que se considere relativa a servicios públicos y aquellas de carácter informativo con relación a los procesos electorales.

10.- Creación de la Legislación Única en Materia Electoral, conjuntando toda la normatividad en un solo instrumento.

El mandatario y sus asesores (Pablo Gómez y Horacio Duarte), saben perfectamente que la iniciativa tiene menos posibilidades de ser aceptada por la oposición que las que tendría una encuesta sobre legalización del aborto aplicada en un convento católico, pero precisamente ése parece ser el objetivo, y los diputados que juegan con la idea de ser opositores caerán fácilmente en la trampa, porque pronto serán señalados por el electorado como “traidores a la democracia” de igual forma que hoy son identificados como “traidores a la patria” por haber tenido la torpeza de abstenerse de votar en favor de la segunda nacionalización del litio.

Al obradorismo le importa un bledo si se aprueba o no su iniciativa de Reforma Electoral. Si su intención fuera conseguir los consensos para que se aprobara, estaría trabajando exactamente en el sentido contrario en el que lo hace, es decir, estaría tratando de lograr acuerdos y consensos con opositores razonablemente interesados en el bien del país, porque, efectivamente, abundan los que están más interesados en el bien de sus patrocinadores, como Iberdrola.

López Obrador no supo o no pudo dar el brinco de opositor a gobernante. Sigue siendo un rabioso opositor que reclama, a voz en cuello desde Palacio Nacional -como antes lo hacía en las plazas públicas- las atrocidades de sus adversarios, sin percatarse de que ahora tiene el poder en sus manos para castigar esas atrocidades de manera que nunca más vuelvan a ocurrir y de la única forma en que se puede hacer en un Estado de Derecho, es decir, aplicando estrictamente la ley a quienes la han violado.

AMLO mantiene en la Fiscalía General -contra viento y marea- a un tirano depredador de la ley que pronto va a ser más impopular que Victoriano Huerta. Los escándalos del fiscal Gertz Florero alcanzan proporciones tales que pueden mermar seriamente el capital político de un mandatario inmensamente popular, empecinado en regalarle públicamente su confianza, ¿por qué?:

Esta aparente irracionalidad política de un monstruo de la política como López Obrador, sólo puede explicarse bajo la hipótesis de que el Presidente no es realmente quien piensa y dice ser.

Al mandatario lo dejaron llegar al poder (lo que le agradece mucho a Peña Nieto a quien le obsequia “consideración y respeto”) porque constituye una válvula de escape idónea ante el hartazgo popular por tanto robo y tanto cinismo de los últimos 6 mandatarios prianistas.

AMLO no gobierna, no aplica la ley. Presume cero impunidad casi a diario cuando en realidad la impunidad en la FGR comandada por Gertz raya en el 98%. Lamenta frecuentemente que Calderón y Peña concesionaron a mineras extranjeras y a algunos mexicanos depredadores del medio ambiente como Germán Larrea, el 60% del territorio nacional, para que sigan saqueando nuestras riquezas de oro y plata, entre otros minerales preciosos, en proporciones que superan los 3 siglos de colonización, pero no hace nada al respecto, salvo no extender aún más un daño irreparable.

En lugar de encarcelar a los megaladrones que nos saquearon y lo siguen haciendo, en lugar de revertir el proceso de depauperación de los pobres, observa con indiferencia que las grandes fortunas crecen a un ritmo mayor que la mezquina compensación al infortunio de los miserables. Pero todo ello no por cinismo gatopardista, al parecer, sino porque AMLO sigue aferrado a actuar como opositor, a delatar cotidianamente los escándalos de sus antecesores, pero “para que el pueblo se eduque y no vuelva a votar por ellos”, y no como antesala de la aplicación de la ley que juró solemnemente cumplir y hacer cumplir.

Ése es su verdadero proyecto. Solo así se explica la cadena de irracionalidades de este gobierno. Se generalizan los abusos de unos cuantos megaladrones para desacreditar a todos los opositores. Se enfatizan las desvergüenzas de algunos periodistas, pero no como antesala para que paguen sus fechorías con la aplicación estricta de la ley, sino para generalizar que todos los periodistas son así y, por lo tanto, casi casi merecen que los estén matando, de hambre o literalmente a balazos.

Se plantea que las universidades y centros de investigación y docencia del más alto nivel se voltearon hacia la derecha y se usaron como trampolín político de autoridades sumisas ante el poder (como ocurre lamentablemente ahora en la UAEMex), pero de ahí se generaliza para regatear recursos públicos a las grandes casas de estudio como la UNAM y crear universidades (y ahora hasta planes de estudio a nivel primario y secundario) patito, con enfoques de protesta social basados en el marxismo dogmático de manual.

La verdadera oposición tendrá que surgir de las propias filas del morenismo militante y enfocada contra el dedazo, la cargada y el uso descarado de recursos públicos para, con el pretexto de la revolución de las conciencias, destrozar a quienes piensen distinto, acusándolos de traidores por los pecados de unos cuantos a los que se les sigue brindando impunidad y hasta “consideración y respeto”. ¿No cree usted?

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