viernes, julio 26

No se hagan bolas. ¡Es Salinas! LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

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“Peña trama la rebelión… Eso está haciendo desde España. ¡Qué jodido!”: Álvaro Delgado

“Está claro que el Presidente Andrés Manuel López Obrador conoce a detalle las redes de corrupción de Enrique Peña Nieto y ha decidido dejarlo impune, porque eso es lo único que garantiza el Fiscal Alejandro Gertz, pero esta aberración sólo ha generado una sublevación del PRI: en el Estado de México, entraña del Grupo Atlacomulco, este partido ha tomado el control absoluto del órgano electoral para ganar a la mala la gubernatura”.

Ésa es la hipótesis del gran periodista Álvaro Delgado en su más reciente videocolumna semanal. Coincido plenamente con él en el planteamiento de que don Andrés ha decidido dejar impune a Peña, aun conociendo las redes de corrupción del exmandatario, “porque eso es lo único que garantiza el Fiscal Gertz Manero“.

Lo que definitivamente no comparto con el analista de SinEmbargo es que “esa aberración” haya generado una sublevación del PRI que culmine con la suerte de “asalto” al IEEM que Delgado anuncia, inspirado en las alucinaciones misóginas de Bernardo Barranco.

Más bien es al revés, en mi modesta opinión. El intento del PRI de organizarse para enfrentar la elección de Estado que prepara AMLO en el Edomex, imponiendo por dedazo a Delfina Gómez (¿alguien todavía lo duda?), es apoyado por el INE al enviar a una académica con independencia intelectual al IEEM, por mucho que Barranco -y ahora el propio Delgado– traten de menospreciarla, insinuando que será su marido el que tome las decisiones.

No se hagan bolas, insinuó AMLO ayer en su Mañanera aunque la expresión usada fue otra que significa lo mismo: Internalícenlo. “Lo digo y lo digo y… no se internaliza”. No voy por la cabeza de nadie. “Lo mío no es la venganza”. Dejo en manos del fiscal “autónomo” la decisión de si procede judicialmente o no la denuncia contra el expresidente que merece toda mi consideración y respeto. Lo grito a los 4 vientos para que se oiga fuerte y claro, porque Peña evitó el fraude que me hicieron Fox y Calderón y le estaré eternamente agradecido por eso.

Ningún fiscal, aunque fuera verdaderamente autónomo, se atrevería a contradecir semejante indicación.

Palabras más o menos, ése fue el mensaje real de ayer ante la expectativa de que, por fin, Peña y sus secuaces pagarían por sus múltiples trapacerías, perfectamente documentadas por la UIF, ahora lo sabemos.

La rebelión priista que presagia Delgado en su videocolumna no es resultado de que AMLO haya decidido dejar impune a Peña, como lo afirma tajante. Por el contrario, la impunidad garantizada ayer por el Presidente a su antecesor -y a todos los expresidentes, por cierto- es precisamente muestra de que Peña dobló las manos y mandó a freír chorizos verdes a César Camacho y a Enrique Vargas que fueron hasta Madrid a pedirle línea.

El que la elección mexiquense sea considerada “antesala” de la presidencial, no significa, creo, que lo que ocurra aquí “determinará” el curso de lo que pase en el 24, sino al revés: Lo que se teje alrededor de la elección en el estado electoralmente más poderoso del país, es producto de los estires y aflojes que, desde ahora, están desatados precozmente entre las corcholatas de un mandatario empeñado en dejar un sucesor a modo, que le permita seguir moviendo los hilos de la 4té desde Palenque, en una suerte de “Maximato“.

Para ello, el potencial “gran Tlatoani” requiere imponer a su clon, Adán Augusto, usando a la marioneta Claudia como parapeto. Ello no va con los deseos de Carlos Salinas de Gortari, quien obligó a Peña a cederle el paso a AMLO bajo por lo menos 3 condiciones ineludibles: que no tocaría a ningún expresidente, que no se reelegiría en el cargo y que no afectaría los intereses de Carlos Slim. El famoso pacto de impunidad no es con Peña quien, con todo respeto, es incapaz de pegar tres ideas aunque resultó, al parecer, un genio en otros menesteres.

Salinas se siente culpable por haber roto los fundamentos de la dictadura perfecta priista, donde progresistas y conservadores se repartieron el poder (hasta el 88) “civilizadamente”, con una alternancia interna pactada, dejando en la marginalidad a opciones de derecha e izquierda más radicales, y garantizando un saqueo “moderado” (sin los brutales excesos del prianismo neoliberal) y manteniendo a los grupos criminales a raya con pactos secretos inconfesables.

Salinas es quien se va a oponer con todo a que AMLO imponga a Delfina en el Edomex, porque sabe que ello facilitaría su plan del Maximato. Le permitió llegar a la Presidencia -siempre usando a Peña como muñeco guiñol, pero negociando probablemente con Montiel) para frenar los incontrolables impulsos de rebelión en México, luego del largo saqueo del prianismo corrupto, pero no le cederá el rol de Tlatoani que, siente Salinas, le pertenece a él. De ahí la amenaza nada velada por cuenta de AMLO de reabrir el caso Colosio.

En ese afán, Salinas coincide con Ricardo Monreal y Marcelo Ebrard, quienes no pueden demorar más su decisión de quién será el que lleve la voz cantante en su inexorable alianza M&M, a la que podría sumarse otra M, en aras de restablecer el equilibrio de fuerzas conservadoras (no corruptas) con progresistas (no corruptas) para evitar el pensamiento único de un líder carismático al que hay que reconocerle haber roto la dictadura neoliberal que saqueó, efectivamente, al país como ni siquiera se hizo en la etapa colonial, pero que ha cometido errores gravísimos porque no escucha a nadie, errores como la militarización compulsiva, con terribles consecuencias en materia de Seguridad.

Lo que percibo en el escenario mexiquense es la oportunidad de Marcelo y Monreal de ir con Ana Lilia Herrera (muy activa promoviendo “gobiernos de coalición”) para frenar el contradictorio dedazo presidencial -que envilece toda la narrativa democrática de Morena y reivindica los usos y costumbres más deleznables del priismo dinosáurico- para estar, así, en condiciones de exigir piso parejo en el 24.

Frenar los aires dictatoriales de un líder carismático que raya en el mesianismo, es deber de los verdaderos demócratas de cualquier partido, desde la ciudadanía, o desde el periodismo militante, y seguramente desde todas las tribus de Morena, solo que no se atreven a contradecir al Presidente, lo que es muestra clara de un autoritarismo en ciernes, o ya perfectamente consolidado.

Hay que ver a don Andrés desde el balcón de su hotel enviando besos a un pequeño grupo que le llevó música de mariachi, como si fuera una multitud que lo adorara: millones de mexicanos que han tenido que emigrar no solo para sobrevivir sino hasta para mantener la viabilidad económica del país con sus remesas. Hay que verlo para darse cuenta de que López Obrador logró una gran hazaña democrática en lo electoral, pero está muy lejos de cumplir con la promesa de crear aquí las condiciones para que esos nostálgicos y generosos desterrados por la miseria, pudieran regresar a su patria.

Los auténticos demócratas repudiamos la corrupción, una de cuyas formas más deleznables es el uso de las instancias de justicia con fines electorales.

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